Llegué al pueblo afirmado de olivares
una mañana clara entre las casas.
Sin rincones, sin sombras, en el viaje
gente buena crecía en mi palabra.

Lenguaje de sol y yeso, no amargo
pese al oficio raro y lo que sabe
el denso suponer de esta mirada
ágil tras el estudio de las claves.

¡Granada-Salobreña-La Caleta!
Tres, gracias a vosotras, satisfecho.
Abandonando las oscuras penas.

Donde sí se erosionan los defectos
y las maletas verdes ya no pesan.
Agua familiar tras este techo…